Los desertores
sergioaguayo@infosel.net.mx
www.sergioaguayo.org
La cruzada de Felipe Calderón contra el crimen organizado cumple seis meses y el balance es negativo por la debilidad gubernamental y la fortaleza de un crimen organizado tan fortalecido que ayer atacó con granadas el cuartel policiaco de uno de los municipios con mayor concentración de poder del país: San Pedro Garza García en Nuevo León.
Vicente Fox tuvo un papel estelar en el debilitamiento del Estado. Entre 2000 y 2006 permitió que el crimen organizado se tragara gruesos bocados del monopolio estatal sobre el uso de la fuerza. En una investigación de próxima aparición sobre armas pequeñas y livianas en México, Georgina Sánchez ilustra algunos flancos débiles del Gobierno Federal. En el sexenio de Ernesto Zedillo desertaron 114 mil efectivos del Ejército; en cuanto a los seis años de Fox toma cifras oficiales de 2000-2003 para hacer una proyección y estimar que abandonaron el uniforme entre 130 y 135 mil. En 12 años un cuarto de millón de desertores una parte de los cuales son ahora mortíferos sicarios. En su texto, la especialista en seguridad también habla de que México está “sobre la cima de un volcán de violencia” alimentado por la abundancia de armas cortas. Existen 17 mil puntos de venta en el lado estadounidense de la frontera y ahí se adquirió una porción indeterminada de esos 3.5 y 16.5 millones de armas que había en el 2004 en nuestro país. Nuestros aduaneros o son invidentes o son corruptos porque según cifras oficiales sólo decomisaron mil 791 armas entre diciembre de 2000 y diciembre de 2005. Menos de una al día.
La Procuraduría General de la República (PGR) foxista tampoco se distinguió por su entusiasmo. Un estudioso de la seguridad, Carlos Antonio Flores Pérez, tuvo la paciencia de revisar todos los boletines de prensa de la PGR entre 2000 y 2006 y presentó sus hallazgos en el encuentro organizado el pasado 22 de mayo ante la Red de Especialistas en Seguridad Pública. Rescato unas líneas de su ponencia: “la lucha contra la alta corrupción ligada al narcotráfico virtualmente se colapsó durante el sexenio de Vicente Fox. Mientras que en el mandato de Ernesto Zedillo se ordenó la detención de diversos servidores públicos de alto nivel, incluyendo a un gobernador y varios generales” el Gobierno de Fox “no procedió judicialmente contra ningún alto funcionario”. Calderón decidió enviar al Ejército a la guerra contra el narco y eso fue muy bien recibido por la sociedad. Meses después el balance todavía no es desesperado, pero sí es preocupante porque se mantienen las debilidades federales y porque el crimen organizado en lugar de bajar el perfil se enfrentó a la tropa y ejecuta funcionarios y militares y ataca cuarteles demostrando, una y otra vez, su organización, inteligencia y armamento. ¿Qué persiguen? Algunos de ellos sueñan con ganarse un corrido; sus estrategas más bien buscan amedrentar a la sociedad y debilitar más al Gobierno Federal.
Los militares patrullan y hacen operativos en plazas controladas por el narco, pero eso no evita que en la vida diaria éste imponga su Ley a corporaciones policiacas desmoralizadas. La determinación con la que la Policía sonorense se enfrentó y aniquiló a docenas de sicarios en Cananea es la excepción. El estado de ánimo prevaleciente lo expresó el presidente municipal de Pungarabato, Guerrero, el perredista Víctor Adolfo Mojica, al periodista Lemic Madrid: debe hacerse “un pacto con los grupos dedicados a la delincuencia organizada” porque enfrentarlos de manera directa es “un error” (Excélsior, 5/23/07). Se resquebraja por doquier la moral de las corporaciones policiacas y aumentan las indisciplinas. En las últimas semanas se han insubordinado policías en Coahuila, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Tabasco y Veracruz por sus bajos salarios, la inseguridad del empleo y la precariedad de su armamento. Hace días La Jornada contó la historia de los policías municipales de San Salvador Atenco que hicieron un paro de labores porque tres de ellos fueron heridos al no poderse defender porque entre todos sólo traían un arma. Resulta que toda la Policía Municipal ¡sólo tenía seis pistolas (una por módulo de vigilancia) para dar seguridad a 600 mil habitantes! (05/11/07).
Ante tanta indefensión la sociedad se refugia en casa y simula una normalidad inexistente. La evasión es la norma y eso se refleja en el creciente número de medios y periodistas que optan por informar muy poco o nada sobre narcotráfico y violencia. Sólo los Quijotes suicidas hablan o dan detalles. El recientemente fallecido Arturo Solís –un periodista y defensor de los derechos humanos siempre dispuesto a defender principios— me confío semanas antes de su prematura muerte un incidente que ilustra la forma en que los narcos controlan Reynosa, Tamaulipas: “en mi programa de radio mencioné el nombre de un jefe policiaco con antecedentes de ligas con el narco; a los diez minutos ya me estaba llamando uno de los capos para advertirme que no volviera a mencionar al funcionario porque “ése es de los nuestros”. Estoy en contra de que las Fuerzas Armadas participen en el combate al narco aunque entiendo la inevitabilidad de hacerlo. Para que la victoria sea viable resultan insuficientes las proclamas y los spots publicitarios del comandante en jefe. Se requiere que el Gobierno Federal consolide su retaguardia y que se involucre en serio los estados y municipios concediendo, de entrada, salarios dignos a sus policías. Los desertores fueron un factor tras la derrota de 1847 ante Estados Unidos. ¿Sucederá lo mismo en esta guerra del siglo XXI?
La miscelánea
Incomprensible y contradictoria la decisión de Felipe Calderón de abrirse un flanco que polariza a la sociedad al autorizar a la PGR a meter, junto a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, una controversia constitucional para frenar la despenalización del aborto aprobada en la capital. En su columna del pasado lunes (Excélsior, 05/28/07) José Antonio Crespo recordó unas declaraciones de Felipe Calderón de marzo de 2006: sobre el aborto “tengo mis convicciones y principios… pero como Presidente no pienso imponer autoritariamente a nadie mis ideas”. Esas líneas le sirven a Crespo para señalar la contradicción: “pues ya estamos viendo hasta dónde llegaba esa tolerancia y esa pluralidad, pues la reforma que despenaliza el aborto fue aprobada por una abrumadora mayoría del órgano representativo de la capital”.
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La cruzada de Felipe Calderón contra el crimen organizado cumple seis meses y el balance es negativo por la debilidad gubernamental y la fortaleza de un crimen organizado tan fortalecido que ayer atacó con granadas el cuartel policiaco de uno de los municipios con mayor concentración de poder del país: San Pedro Garza García en Nuevo León.
Vicente Fox tuvo un papel estelar en el debilitamiento del Estado. Entre 2000 y 2006 permitió que el crimen organizado se tragara gruesos bocados del monopolio estatal sobre el uso de la fuerza. En una investigación de próxima aparición sobre armas pequeñas y livianas en México, Georgina Sánchez ilustra algunos flancos débiles del Gobierno Federal. En el sexenio de Ernesto Zedillo desertaron 114 mil efectivos del Ejército; en cuanto a los seis años de Fox toma cifras oficiales de 2000-2003 para hacer una proyección y estimar que abandonaron el uniforme entre 130 y 135 mil. En 12 años un cuarto de millón de desertores una parte de los cuales son ahora mortíferos sicarios. En su texto, la especialista en seguridad también habla de que México está “sobre la cima de un volcán de violencia” alimentado por la abundancia de armas cortas. Existen 17 mil puntos de venta en el lado estadounidense de la frontera y ahí se adquirió una porción indeterminada de esos 3.5 y 16.5 millones de armas que había en el 2004 en nuestro país. Nuestros aduaneros o son invidentes o son corruptos porque según cifras oficiales sólo decomisaron mil 791 armas entre diciembre de 2000 y diciembre de 2005. Menos de una al día.
La Procuraduría General de la República (PGR) foxista tampoco se distinguió por su entusiasmo. Un estudioso de la seguridad, Carlos Antonio Flores Pérez, tuvo la paciencia de revisar todos los boletines de prensa de la PGR entre 2000 y 2006 y presentó sus hallazgos en el encuentro organizado el pasado 22 de mayo ante la Red de Especialistas en Seguridad Pública. Rescato unas líneas de su ponencia: “la lucha contra la alta corrupción ligada al narcotráfico virtualmente se colapsó durante el sexenio de Vicente Fox. Mientras que en el mandato de Ernesto Zedillo se ordenó la detención de diversos servidores públicos de alto nivel, incluyendo a un gobernador y varios generales” el Gobierno de Fox “no procedió judicialmente contra ningún alto funcionario”. Calderón decidió enviar al Ejército a la guerra contra el narco y eso fue muy bien recibido por la sociedad. Meses después el balance todavía no es desesperado, pero sí es preocupante porque se mantienen las debilidades federales y porque el crimen organizado en lugar de bajar el perfil se enfrentó a la tropa y ejecuta funcionarios y militares y ataca cuarteles demostrando, una y otra vez, su organización, inteligencia y armamento. ¿Qué persiguen? Algunos de ellos sueñan con ganarse un corrido; sus estrategas más bien buscan amedrentar a la sociedad y debilitar más al Gobierno Federal.
Los militares patrullan y hacen operativos en plazas controladas por el narco, pero eso no evita que en la vida diaria éste imponga su Ley a corporaciones policiacas desmoralizadas. La determinación con la que la Policía sonorense se enfrentó y aniquiló a docenas de sicarios en Cananea es la excepción. El estado de ánimo prevaleciente lo expresó el presidente municipal de Pungarabato, Guerrero, el perredista Víctor Adolfo Mojica, al periodista Lemic Madrid: debe hacerse “un pacto con los grupos dedicados a la delincuencia organizada” porque enfrentarlos de manera directa es “un error” (Excélsior, 5/23/07). Se resquebraja por doquier la moral de las corporaciones policiacas y aumentan las indisciplinas. En las últimas semanas se han insubordinado policías en Coahuila, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Tabasco y Veracruz por sus bajos salarios, la inseguridad del empleo y la precariedad de su armamento. Hace días La Jornada contó la historia de los policías municipales de San Salvador Atenco que hicieron un paro de labores porque tres de ellos fueron heridos al no poderse defender porque entre todos sólo traían un arma. Resulta que toda la Policía Municipal ¡sólo tenía seis pistolas (una por módulo de vigilancia) para dar seguridad a 600 mil habitantes! (05/11/07).
Ante tanta indefensión la sociedad se refugia en casa y simula una normalidad inexistente. La evasión es la norma y eso se refleja en el creciente número de medios y periodistas que optan por informar muy poco o nada sobre narcotráfico y violencia. Sólo los Quijotes suicidas hablan o dan detalles. El recientemente fallecido Arturo Solís –un periodista y defensor de los derechos humanos siempre dispuesto a defender principios— me confío semanas antes de su prematura muerte un incidente que ilustra la forma en que los narcos controlan Reynosa, Tamaulipas: “en mi programa de radio mencioné el nombre de un jefe policiaco con antecedentes de ligas con el narco; a los diez minutos ya me estaba llamando uno de los capos para advertirme que no volviera a mencionar al funcionario porque “ése es de los nuestros”. Estoy en contra de que las Fuerzas Armadas participen en el combate al narco aunque entiendo la inevitabilidad de hacerlo. Para que la victoria sea viable resultan insuficientes las proclamas y los spots publicitarios del comandante en jefe. Se requiere que el Gobierno Federal consolide su retaguardia y que se involucre en serio los estados y municipios concediendo, de entrada, salarios dignos a sus policías. Los desertores fueron un factor tras la derrota de 1847 ante Estados Unidos. ¿Sucederá lo mismo en esta guerra del siglo XXI?
La miscelánea
Incomprensible y contradictoria la decisión de Felipe Calderón de abrirse un flanco que polariza a la sociedad al autorizar a la PGR a meter, junto a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, una controversia constitucional para frenar la despenalización del aborto aprobada en la capital. En su columna del pasado lunes (Excélsior, 05/28/07) José Antonio Crespo recordó unas declaraciones de Felipe Calderón de marzo de 2006: sobre el aborto “tengo mis convicciones y principios… pero como Presidente no pienso imponer autoritariamente a nadie mis ideas”. Esas líneas le sirven a Crespo para señalar la contradicción: “pues ya estamos viendo hasta dónde llegaba esa tolerancia y esa pluralidad, pues la reforma que despenaliza el aborto fue aprobada por una abrumadora mayoría del órgano representativo de la capital”.
Kikka Roja