Eloy Salmerón Díaz
“Para los más pobres no alcanzó el dinero”
“Para los más pobres no alcanzó el dinero”
Por: Marcela Turati / Enviada
30/05/2007
CHILPANCINGO.- Tlacoa-chistlahuaca, el municipio que el presidente Felipe Calderón eligió para estrenar su estrategia nacional para los 100 municipios más pobres de México desborda irregularidades: los pisos construidos con el presupuesto federal y estatal son de mala calidad; los ejecutores dejaron los fogones y las letrinas ecológicas a medio construir; mil viviendas de familias muy pobres fueron ignoradas del censo; los recursos se concentraron en la cabecera municipal y 14 millones de pesos supuestamente invertidos en las obras no aparecen. Esto lo revela Eloy Salmerón Díaz, el alcalde indígena panista que recibió la visita del presidente el 6 de diciembre y la encomienda de vigilar el destino de los recursos destinados a cumplir la primera promesa presidencial a los pobres. En la que fue su primera gira de trabajo, Calderón prometió paquetes de vivienda para todos los habitantes de ese municipio montañoso de la Costa Chica de Guerrero, lanzó su plan nacional antipobreza. Tlacoachistlahuaca se convirtió ese día en el “municipio-laboratorio” de la estrategia del gobierno calderonista. Es el primero, de los 100 más pobres, y hasta el momento el único, en recibir los paquetes de vivienda. En esta entrevista realizada en Chilpancingo, Salmerón habla con Excélsior sobre el programa, señala las irregularidades encontradas, menciona responsabilidades, revela que hubo familias que rompieron su piso de cemento para recibir uno nuevo y que otras no se anotaron porque no creyeron en las promesas gubernamentales.
—¿En qué consiste el programa?
—El Presidente anunció un programa muy importante para todo el país para atender a los municipios indígenas, especialmente con programas de vivienda, que inicia en Tlacoachistlahuaca. Es un programa estratégico que consiste en mejorar las condiciones de vida de las familias, especialmente en higiene, y tiene cuatro componentes: piso firme, reforzamiento de muros, construcción de baños secos y fogones en alto.
—¿Qué tan necesario es en municipios como el suyo?
—Mucho. En las zonas marginadas la gente se tiene que alejar de su poblado para hacer sus necesidades, eso implica una contaminación, es antihigiénico. En las comunidades preparan los alimentos en el piso de la casa, juntan dos, tres piedras, ponen el comal, las ollas, prenden la lumbre y es malo para la salud porque ahí duermen y conviven entre el humo y la ceniza. “La gente vive sobre tierra firme, no hay un solo material que esté protegiendo de donde duerme la familia, porque a la gente no le alcanza para comprar una tonelada de cemento para encementar. La gran mayoría de las habitaciones en las zonas rurales son hechas de adobe con zacate, el excremento de asno o caballo les da un refuerzo especial para construir sus casas, pero en tiempos de temblores se parten, se puede caer la casa”.
—¿Cómo detectaron las irregularidades?
— El Presidente cumplió su palabra porque asignó los recursos a Fonhapo y Fonhapo se los dio a Invisur (el Instituto de Vivienda de Guerrero) que, se supone, debió licitar la obra. El compromiso era para 2 mil 595 viviendas (con 32 millones de pesos de la federación y 11 millones el gobierno del estado). Después se acordó que se iba a aplicar en la totalidad de las viviendas. “El Ayuntamiento estuvo pendiente de lo que se hacía porque el Presidente, en tono de broma, me dijo que si no se hacía me podia castigar. Siempre desconfiamos de la entrega de los números y de la calidad del trabajo, veíamos el tipo de material que se usaba: usaban grava-arena con mucha tierra, que no es tan pura para dar solidez al piso. Eso se hace para ahorrar más recursos. “Contamos las viviendas donde se aplicaron los recursos y tuvimos un número distinto al que manejaba Invisur. Por eso, buscamos apoyo de Fonhapo y Sedesol porque los datos de Invisur nos parecían manipulados”.
—¿Qué encontraron durante la inspección?
—El Invisur manejaba que ya había concluido con 3 mil 570 viviendas, pero el censo que se levanta con Sedesol y Fonhapo da 2 mil 758 viviendas.
—¿Cuánto dinero faltó de aplicarse?
—Estamos viendo que son como 14 millones de pesos, que es un cálculo que hacemos basados en el costo de reforzamiento, de piso firme, de letrinas y fogones. Pueden decir que los datos no son ciertos: si sumamos, es muy fácil cotejar. Lo único que pedimos es que se aplique el recurso en las mil viviendas pendientes.
—¿Por qué se dejaron fuera a esas familias?
—El censo del Ayuntamiento nunca se tomó en cuenta para la aplicación de recursos. Invisur hace su censo y aplica su recurso en la parte baja (en la cabecera municipal y comunidades cercanas) porque los fletes son costosos para las comunidades de la parte alta, en la montaña. “Hubo también casos de personas que dañaron el piso (de cemento) que ya tenían para recibir cemento. En el ayuntamiento hicimos un Comité de Apoyo y Vigilancia para decir cuál era la gente que necesitaba más el apoyo; sin embargo, no se nos permitió participar”.
—Fueron excluidas las familias más pobres…
—En la parte más marginada no llegó, según el Invisur no alcanzaron los recursos. Eso es injusto porque les habíamos dicho que era más importante empezar por la parte alta, porque en tiempo de lluvia viven incomunicados, falta de empleo, hay mucha marginanción, analfabetismo, pobreza.
—Pero también hubo gente que no se anotó para recibir el programa…
—Hay mucha desconfianza, no a este gobierno, pero siempre por tradición que venía arrastrándose, les prometían que les daban alambre, machete, carretilla. Por eso, cuando llega esa propuesta dicen ‘no nos anotamos, porque cuando nos pedían credencial y acta de nacimento, no nos traían nada’.
—En las obras hechas, ¿qué irregularidades encontraron?
—No es generalizado el problema. En las viviendas en las comunidades en la parte baja se hizo un trabajo medio bueno, pero en la parte alta (la montañosa) se hizo a la carrera, faltó gente conocedora del trabajo de albañilería, hubo deficiencias.
En muchas comunidades el cemento no tiene calidad. Si a un bulto de cemento, por regla, tienes que aplicarle ocho o 10 bultos de arena y se le aplican 11 ó 13, el material sale muy pobre, el cemento no es de calidad, no tiene una vida duradera y no le da una protección a la vivienda.
—¿Y los fogones, muros y letrinas?
—En algunas comunidades no se aplicó bien el repillado de muros, el pegado de la mezcla no fortalece la casa y el muro quedó blando. Desgraciadamente, la mayoría de los fogones y las letrinas no se instalaron porque no hubo un trabajo social serio de las personas de Invisur que debían capacitar. A la gente le dieron un tubo para que lo instalaran, y ahí los tienen tirados. Igualmente con las letrinas: se les dio un panel de unisel que va reforzado con malla en los costados y eso se convierte en muro, cuando se instala. Mucha gente no lo instaló porque no entendió bien.
En la parte alta la gente sigue haciendo sus necesidades en el exterior, no conocen lo que es un baño, no hubo un cambio de cultura, un trabajo social serio.
—¿En qué consiste el programa?
—El Presidente anunció un programa muy importante para todo el país para atender a los municipios indígenas, especialmente con programas de vivienda, que inicia en Tlacoachistlahuaca. Es un programa estratégico que consiste en mejorar las condiciones de vida de las familias, especialmente en higiene, y tiene cuatro componentes: piso firme, reforzamiento de muros, construcción de baños secos y fogones en alto.
—¿Qué tan necesario es en municipios como el suyo?
—Mucho. En las zonas marginadas la gente se tiene que alejar de su poblado para hacer sus necesidades, eso implica una contaminación, es antihigiénico. En las comunidades preparan los alimentos en el piso de la casa, juntan dos, tres piedras, ponen el comal, las ollas, prenden la lumbre y es malo para la salud porque ahí duermen y conviven entre el humo y la ceniza. “La gente vive sobre tierra firme, no hay un solo material que esté protegiendo de donde duerme la familia, porque a la gente no le alcanza para comprar una tonelada de cemento para encementar. La gran mayoría de las habitaciones en las zonas rurales son hechas de adobe con zacate, el excremento de asno o caballo les da un refuerzo especial para construir sus casas, pero en tiempos de temblores se parten, se puede caer la casa”.
—¿Cómo detectaron las irregularidades?
— El Presidente cumplió su palabra porque asignó los recursos a Fonhapo y Fonhapo se los dio a Invisur (el Instituto de Vivienda de Guerrero) que, se supone, debió licitar la obra. El compromiso era para 2 mil 595 viviendas (con 32 millones de pesos de la federación y 11 millones el gobierno del estado). Después se acordó que se iba a aplicar en la totalidad de las viviendas. “El Ayuntamiento estuvo pendiente de lo que se hacía porque el Presidente, en tono de broma, me dijo que si no se hacía me podia castigar. Siempre desconfiamos de la entrega de los números y de la calidad del trabajo, veíamos el tipo de material que se usaba: usaban grava-arena con mucha tierra, que no es tan pura para dar solidez al piso. Eso se hace para ahorrar más recursos. “Contamos las viviendas donde se aplicaron los recursos y tuvimos un número distinto al que manejaba Invisur. Por eso, buscamos apoyo de Fonhapo y Sedesol porque los datos de Invisur nos parecían manipulados”.
—¿Qué encontraron durante la inspección?
—El Invisur manejaba que ya había concluido con 3 mil 570 viviendas, pero el censo que se levanta con Sedesol y Fonhapo da 2 mil 758 viviendas.
—¿Cuánto dinero faltó de aplicarse?
—Estamos viendo que son como 14 millones de pesos, que es un cálculo que hacemos basados en el costo de reforzamiento, de piso firme, de letrinas y fogones. Pueden decir que los datos no son ciertos: si sumamos, es muy fácil cotejar. Lo único que pedimos es que se aplique el recurso en las mil viviendas pendientes.
—¿Por qué se dejaron fuera a esas familias?
—El censo del Ayuntamiento nunca se tomó en cuenta para la aplicación de recursos. Invisur hace su censo y aplica su recurso en la parte baja (en la cabecera municipal y comunidades cercanas) porque los fletes son costosos para las comunidades de la parte alta, en la montaña. “Hubo también casos de personas que dañaron el piso (de cemento) que ya tenían para recibir cemento. En el ayuntamiento hicimos un Comité de Apoyo y Vigilancia para decir cuál era la gente que necesitaba más el apoyo; sin embargo, no se nos permitió participar”.
—Fueron excluidas las familias más pobres…
—En la parte más marginada no llegó, según el Invisur no alcanzaron los recursos. Eso es injusto porque les habíamos dicho que era más importante empezar por la parte alta, porque en tiempo de lluvia viven incomunicados, falta de empleo, hay mucha marginanción, analfabetismo, pobreza.
—Pero también hubo gente que no se anotó para recibir el programa…
—Hay mucha desconfianza, no a este gobierno, pero siempre por tradición que venía arrastrándose, les prometían que les daban alambre, machete, carretilla. Por eso, cuando llega esa propuesta dicen ‘no nos anotamos, porque cuando nos pedían credencial y acta de nacimento, no nos traían nada’.
—En las obras hechas, ¿qué irregularidades encontraron?
—No es generalizado el problema. En las viviendas en las comunidades en la parte baja se hizo un trabajo medio bueno, pero en la parte alta (la montañosa) se hizo a la carrera, faltó gente conocedora del trabajo de albañilería, hubo deficiencias.
En muchas comunidades el cemento no tiene calidad. Si a un bulto de cemento, por regla, tienes que aplicarle ocho o 10 bultos de arena y se le aplican 11 ó 13, el material sale muy pobre, el cemento no es de calidad, no tiene una vida duradera y no le da una protección a la vivienda.
—¿Y los fogones, muros y letrinas?
—En algunas comunidades no se aplicó bien el repillado de muros, el pegado de la mezcla no fortalece la casa y el muro quedó blando. Desgraciadamente, la mayoría de los fogones y las letrinas no se instalaron porque no hubo un trabajo social serio de las personas de Invisur que debían capacitar. A la gente le dieron un tubo para que lo instalaran, y ahí los tienen tirados. Igualmente con las letrinas: se les dio un panel de unisel que va reforzado con malla en los costados y eso se convierte en muro, cuando se instala. Mucha gente no lo instaló porque no entendió bien.
En la parte alta la gente sigue haciendo sus necesidades en el exterior, no conocen lo que es un baño, no hubo un cambio de cultura, un trabajo social serio.
Kikka Roja