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jueves, 7 de mayo de 2009

fragmentos claves del libro Ahumada: Derecho de réplica: milenio: (Página 58-59, 64, 76, 85, 86, 87, 91 92, 95)

Presenta Carlos Ahumada su verdad

A continuación MILENIO.COM presenta algunos de los fragmentos claves del libro Derecho de réplica. Revelaciones de la más grande pantalla política en México, de Carlos Ahumada, que se reproducen con autorización de la editorial Grijalbo.

Sobre Rosario Robles
(Página 58-59)

En el año 2000, cuando realizamos el proyecto de la restauración del monumento Cabeza de Juárez en la delegación Iztapalapa, coincidimos en un evento oficial, pero nada más. La conocí personalmente en marzo de 2001 en el restaurante Bellinghausen, ubicado en la Zona Rosa. Ese día fui a comer con Nacho Morales, Ramón Sosamontes y Patricia Olamendi, nos habíamos sentado en la parte de atrás del restaurante y al salir encontramos a Rosario comiendo con otras personas, entre ellas Mario Saucedo; ella se levantó a saludar a Ramón y ahí me la presentó.

No recuerdo con exactitud, pero en la plática le preguntó a Ramón si le podía conseguir un hotel donde pasar sus vacaciones de Semana Santa en Bahías de Huatulco. Saliendo de ahí, Ramón me preguntó si tenía algún conocido y si le podía ayudar, y daba la casualidad que sí, por lo que le conseguí la suite presidencial del hotel Quinta Real en Huatulco y allí fue a pasar sus vacaciones de Semana Santa con unas amigas y su hija.

(Página 64)

Las aspiraciones políticas de las personas a las que apoyé interesan a Pablo Hiriart. Debo decir que de todas ellas, Rosario era quien apuntaba más alto. Estaba obsesionada con ser presidenta de la República, ¡¡¡ob-se-sio-na-da!!! Definitivamente. Le dije en Berlín en 2001, cuando viajé a Alemania, creo que fue en julio, que me parecía que podría llegar a presidir el PRD, pero que por ningún motivo sería presidenta de la República.

Me contestó, mientras íbamos en un Mercedes Benz negro cruzando el muro de Berlín: “Te invito a tomar una botella de vino tinto en los primeros seis meses de 2007, aquí mismo en Berlín, tú y yo solos, para celebrar mi nueva encomienda como presidenta de la República”. Se sentía muy segura, no existía la menor duda en ella, cuando hablaba de esos temas se apartaba completamente del mundo real.

Fue entonces cuando le expresé mis dudas al respecto, igual que se lo había dicho a Nacho cuando le auguraba pocas posibilidades reales de que llegara a ser gobernador, aunque tengo que reconocer que sin habérmelo dicho sentí que Nacho sí compartía mi pensamiento. Ella, al contrario, siempre se imaginó en la silla presidencial. Sobra decir que, lamentablemente para Rosario Robles, mi presagio, fundado sólo en un análisis objetivo de la realidad, fue cierto.

Sobre Gustavo Ponce
(Página 76)

…el decía que Andrés Manuel López Obrador le daba permiso personalmente, que confiaba mucho en él, le tenía mucho respeto por su trabajo, además de que en su momento valoraba dos cuestiones de manera significativa. El hecho de que cuando fue Subsecretario de la Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativa (Secodam), en la denuncia por enriquecimiento ilícito en contra de Raúl Salinas, Ponce realizó la declaratoria de que el acto administrativo no justificaba el origen de los bienes, delito por el que Raúl Salinas fue condenado en una de las tantas acusaciones que tuvo. Esto pesaba mucho en su relación con AMLO, según me dijo Gustavo, porque Andrés Manuel tenía una obsesión por Carlos Salinas, dijo que oía su nombre y se ponía de malas.
La otra es que manejaba mucho dinero con Andrés Manuel. Ponce aseguraba que él era el encargado de comprarle y pagarle cuestiones personales, como sus famosos trajes Rodeo Drive, entre otras.

... viajé con Ponce a Las Vegas una sola vez. Se jugó 200, 300 mil dólares en una noche, tuvo suerte y salió con ganancias; era un cliente VIP del casino del hotel Bellagio. En los restaurantes del hotel lo conocían como el General, no sé por qué motivo.

(Página 85)

La última vez que lo busqué fue a través de Javier Solórzano, como Andrés mismo lo reconoció en una entrevista el 3 de marzo de 2004 con José Gutiérrez Vivó. Anteriormente lo había buscado a través de Ramón Sosamontes, Raúl Ojeda, Rosario Robles e Higinio Martínez. Mi intención de reunirme con él era decirle: “Oye, está pasando esto…”, dándole el beneficio de que pudiera decirme: “No tengo idea de lo que me estás hablando, voy a poner orden en esa situación” y se acabará de esa manera el problema y pudiera seguir haciendo mi vida empresarial y personal de manera normal, pero nunca quiso volverme a ver.
Tampoco me propuso una reunión con Bernardo Bátiz, Bertha Luján, o quien él creyera conveniente con el fin de aclarar las cosas. Su respuesta fue un rotundo NO, por lo que hoy puedo afirmar sin ninguna duda que él estaba enterado de todos y cada uno de los movimientos que hacían René Bejarano y Gustavo Ponce, y no quería verse descubierto por mí en dicha reunión.

Sobre los candidatos que apoyó
(Páginas 86 y 87)

…los aspirantes me iban a pedir dinero, como hasta donde supe lo hacían con quien se dejara para hacer una campaña y tratar de ganar los puestos de elección popular por los que estaban compitiendo.
En cuanto al PRD, fueron muchas campañas a jefe delegacional: a Raúl Ojeda las dos veces que compitió para la gubernatura de Tabasco; también al candidato al gobierno de Colima, Jesús Orozco; apoyé por supuesto a Rosario Robles a la presidencia del PRD y la campaña de Lázaro Cárdenas Batel por el gobierno de Michoacán en 2002; apoyé a Higinio Martínez para la presidencia municipal de Texcoco. Ahí fue donde conocí a Horacio Duarte, quien estuvo en repetidas ocasiones en mi oficina. Apoyé la candidatura de Carlos Ímaz a delegado en Tlalpan. Su campaña, al igual que la de Andrés Manuel a jefe de Gobierno del Distrito Federal, había nacido prácticamente muerta y estaba destinada al fracaso rotundo, sin embargo, la promovieron en medio de la confrontación que existía entre el grupo de Rosario Robles y el de Bejarano.
También apoyé a Armando Quintero, que estaba compitiendo con Emilio Serrano en la delegación Iztacalco. Lo ayudé con dinero y con cuestiones como las encuestas que mandé hacer con Paco Abundís de Parametría. Yo las pagaba y se las compartía y entregaba a Rosario Robles, Armando Quintero, Carlos Ímaz, a todos ellos y a algunos candidatos del PRD en el Estado de México. Asimismo respaldé las campañas de Leticia Robles en Álvaro Obregón y las de Francisco Martínez Rojo y Fátima Mena en Tláhuac, entre otros.

Sobre AMLO
(Páginas 91 y 92)

Raúl (Ojeda) es una persona a quien respeté, tal vez hasta puedo decir que admiré su forma de ser, las ideas que tenía. Era una persona cien por ciento respaldada por Andrés Manuel López Obrador. En el hotel Hyatt, donde me hospedé las veces que viajé a Villahermosa, me presentó a Andrés Manuel, quien me pidió que apoyara a Raúl. Esa reunión tuvo lugar en una de las habitaciones del hotel, del que Raúl era propietario, socio o administrador; no sé con exactitud la naturaleza de su vinculación con el Hyatt.
En esa conversación en Tabasco en el año 2000, López Obrador me agradeció mi respaldo para Raúl, me pidió que siguiera apoyándolo y, palabras más menos, me dijo: “Apóyalo y en lo que te podamos ayudar en el GDF, cualquier problema que tengamos o que tengas, vamos a tratar de solucionarlo”. Es una persona que habla cortado, su conversación no es muy hilada y además no mira a los ojos a su interlocutor, pero el sentido de sus palabras fue muy claro. Me pareció que era suficiente y “a buen entendedor, pocas palabras”, por eso en su momento ingenuamente le creí.

Sobre Carlos Ímaz
(Página 95)

Parte del dinero que le di a él fue para cuestiones personales, como el viaje a Europa que hizo en las vacaciones de verano de 2003 con su esposa Claudia Sheinbaum. Otra parte la utilizó para la contienda interna del PRD, en la búsqueda de la postulación como candidato a la jefatura de la delegación Tlalpan, como ya lo dije anteriormente, contra Susana Manzaneras, y en particular la utilizó para pagar los espectaculares que hubo en Periférico, además de las bardas pintadas con su propaganda. Lo apoyé asimismo durante la precampaña coordinada por Adolfo Llubere, con 60 camionetas que se usaron todas las noches durante, una semana, para pintar bardas y espectaculares y hacer otras actividades. También pagué los anuncios en el programa El Mañanero que conducía Víctor Trujillo, mejor conocido como Brozo, además de los spots en radio que fueron producidos y contabilizados por la empresa Publicorp, propiedad de Luis Kelly y Norma Galván. Respecto de supuestos negocios de Ímaz con su esposa, que me pregunta Carlos Ramos Padilla, no tengo ninguna información.
kikka-roja.blogspot.com/

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