Colaborador Invitado
7 May. 09 reforma.com
Christian M. Scholtès
Es inevitable preguntarse ¿por qué tanta diferencia entre el número de muertos de México (29 sobre 822 casos) y Estados Unidos (2 sobre 403 casos) -datos del 5 de mayo- en esta pandemia de gripa A H1N1?
Puede ser que al principio de la epidemia se desconocía de qué tipo de infección se trataba. Los casos graves parecían neumonía y por lo tanto no se pensó en influenza, ni se dio el tratamiento específico (oseltamivir). Sin embargo, en estos últimos días no hubo muertos ya que se ha iniciado el tratamiento específico, y se atiende a los pacientes dentro de los dos primeros días en que se presentan síntomas de la enfermedad.
Además, hay otra hipótesis que se puede considerar para explicar las diferencias en la mortandad de estos enfermos. La reacción "normal" cuando un paciente tiene fiebre es bajarla, con aspirina o paracetamol, pero debido al riesgo del Síndrome de Reyes, no es recomendable hacerlo. Este síndrome es una falla aguda de varios órganos, especialmente el hígado, y que se ve más frecuentemente en niños después de una infección viral, incluyendo la gripa.
Queda la pregunta sobre si los otros medicamentos que bajan la fiebre podrían tener un efecto nocivo como tratamiento en enfermedades virales como la gripa o la influenza.
Las publicaciones del profesor francés Andre Lwoff, del Instituto Pasteur y premio Nobel de Medicina, dicen que se debe respetar la fiebre: él utilizó la hipertermia para tratar la rinitis: en su publicación "Treatment of infectious coryza and persistent allergic rhinitis with thermotherapy" y en numerosas otras publicaciones donde resume los resultados de un experimento ya clásico, Lwoff tomó tres lotes de ratones a los que había inyectado el virus de la influenza.
Al primer lote le dejó la fiebre (nuestros 39 grados), resultado: 2 por ciento de mortalidad. Al segundo lote le bajó la fiebre para que regresara a la temperatura normal (nuestros 37 grados), resultado: 50 por ciento de mortalidad. Al tercer lote de ratones lo llevó hasta la hipotermia (nuestros 35 grados), resultado: 98 por ciento de mortalidad. Este experimento impresionante e impactante fue confirmado después en Estados Unidos con la rinitis viral.
Si se toma medicamento para bajar la fiebre, la enfermedad dura más tiempo, se complica más frecuentemente y tiende a ser contagiosa por más tiempo (doctor Escoffier-Lambiotte, 1973).
En estos tiempos de pandemia viral, conviene reflexionar sobre la pertinencia de respetar la fiebre como una defensa natural. La excepción serían los niños pequeños en los que se debe hacer control de fiebre con medios físicos ya que el 5 por ciento puede hacer convulsiones con fiebre por arriba de 38.5 grados.
La secreción de interferón y citoquinas como respuesta a la infección viral es la responsable de la fiebre, el dolor de cabeza, escalofríos, dolores musculares y de huesos; estas citoquinas eliminan al virus que sea sensible a la temperatura.
Incluso se ha observado que en pacientes con sida que en forma simultánea están enfermos de paludismo, disminuyen las cargas virales del VIH durante los periodos febriles, desafortunadamente esto no es suficiente para curar el sida.
Si el no respetar la fiebre puede explicar en parte la mortalidad en México, entonces es la automedicación y la costumbre arraigada de curar la gripa con aspirina algo que contribuye a esa mortalidad.
Urge investigación médica para fundamentar esta hipótesis y el aval de la OMS para una recomendación de este tipo como criterio de medidas coadyuvantes al tratamiento antiviral.
El cuerpo humano es una maravilla de organización, es bueno saber observar sus mecanismos de defensa para utilizarlos y optimizarlos, en lugar de sólo suprimirlos, como es el caso de la fiebre.
El autor es dermatólogo, miembro de las Academias Americana, Mexicana y Europea de Dermatología y de la Sociedad Francesa de Dermatología.
kikka-roja.blogspot.com/
Puede ser que al principio de la epidemia se desconocía de qué tipo de infección se trataba. Los casos graves parecían neumonía y por lo tanto no se pensó en influenza, ni se dio el tratamiento específico (oseltamivir). Sin embargo, en estos últimos días no hubo muertos ya que se ha iniciado el tratamiento específico, y se atiende a los pacientes dentro de los dos primeros días en que se presentan síntomas de la enfermedad.
Además, hay otra hipótesis que se puede considerar para explicar las diferencias en la mortandad de estos enfermos. La reacción "normal" cuando un paciente tiene fiebre es bajarla, con aspirina o paracetamol, pero debido al riesgo del Síndrome de Reyes, no es recomendable hacerlo. Este síndrome es una falla aguda de varios órganos, especialmente el hígado, y que se ve más frecuentemente en niños después de una infección viral, incluyendo la gripa.
Queda la pregunta sobre si los otros medicamentos que bajan la fiebre podrían tener un efecto nocivo como tratamiento en enfermedades virales como la gripa o la influenza.
Las publicaciones del profesor francés Andre Lwoff, del Instituto Pasteur y premio Nobel de Medicina, dicen que se debe respetar la fiebre: él utilizó la hipertermia para tratar la rinitis: en su publicación "Treatment of infectious coryza and persistent allergic rhinitis with thermotherapy" y en numerosas otras publicaciones donde resume los resultados de un experimento ya clásico, Lwoff tomó tres lotes de ratones a los que había inyectado el virus de la influenza.
Al primer lote le dejó la fiebre (nuestros 39 grados), resultado: 2 por ciento de mortalidad. Al segundo lote le bajó la fiebre para que regresara a la temperatura normal (nuestros 37 grados), resultado: 50 por ciento de mortalidad. Al tercer lote de ratones lo llevó hasta la hipotermia (nuestros 35 grados), resultado: 98 por ciento de mortalidad. Este experimento impresionante e impactante fue confirmado después en Estados Unidos con la rinitis viral.
Si se toma medicamento para bajar la fiebre, la enfermedad dura más tiempo, se complica más frecuentemente y tiende a ser contagiosa por más tiempo (doctor Escoffier-Lambiotte, 1973).
En estos tiempos de pandemia viral, conviene reflexionar sobre la pertinencia de respetar la fiebre como una defensa natural. La excepción serían los niños pequeños en los que se debe hacer control de fiebre con medios físicos ya que el 5 por ciento puede hacer convulsiones con fiebre por arriba de 38.5 grados.
La secreción de interferón y citoquinas como respuesta a la infección viral es la responsable de la fiebre, el dolor de cabeza, escalofríos, dolores musculares y de huesos; estas citoquinas eliminan al virus que sea sensible a la temperatura.
Incluso se ha observado que en pacientes con sida que en forma simultánea están enfermos de paludismo, disminuyen las cargas virales del VIH durante los periodos febriles, desafortunadamente esto no es suficiente para curar el sida.
Si el no respetar la fiebre puede explicar en parte la mortalidad en México, entonces es la automedicación y la costumbre arraigada de curar la gripa con aspirina algo que contribuye a esa mortalidad.
Urge investigación médica para fundamentar esta hipótesis y el aval de la OMS para una recomendación de este tipo como criterio de medidas coadyuvantes al tratamiento antiviral.
El cuerpo humano es una maravilla de organización, es bueno saber observar sus mecanismos de defensa para utilizarlos y optimizarlos, en lugar de sólo suprimirlos, como es el caso de la fiebre.
El autor es dermatólogo, miembro de las Academias Americana, Mexicana y Europea de Dermatología y de la Sociedad Francesa de Dermatología.
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