Peor que el engaño Manuel J. Jáuregui 8 May. 09 Peor y más nocivo que engañar a los demás es engañarse a sí mismo. Diosito y la Guadalupana quieran que no sea éste el caso de los llamados estímulos fiscales ofrecidos por la SHCP esta semana, los cuales este crédulo escribano -como casi toda la ciudadanía- festejó creyendo que eran lo que su nombre indica que son. Sin embargo, nos equivocamos, ya que de los 18.8 mil millones de pesos de "impulso fiscal" ofrecidos como gran cosa, más de la mitad (10 mil millones) corresponden a una cifra inventada que equivale a lo que el fisco dejaría de recaudar si la economía se contrae más. O sea que el ofrecimiento consiste en que la SHCP no tratará de recuperar este ingreso que, según ellos, de otra manera cobrarían a través de otros medios impositivos. A esto le llaman un "estabilizador por menores ingresos tributarios" y lo computan como si fuera un BENEFICIO para los causantes. ¡Vaya novel manera de "impulsar" con meros conceptos torcidos una economía que ya -oficialmente- ha sido declarada en RECESIÓN! Te vendo el favor de no cobrarte lo que te hubiera tocado pagar si la economía estuviera en JAUJA, y por lo tanto te estoy ayudando con la diferencia. Desde el primer instante en que se anunciaron estos estímulos, gente más sesuda que su servidor se percató del engaño y, de hecho, varios organismos cupulares de la IP hicieron notar la falacia de llamarle ESTÍMULO a lo que realmente no lo es. Entonces aquí lo que nos encantaría saber es si nuestras autoridades realmente CREEN que están ayudando, o bien premeditadamente cocinaron un (algunos dirán, otro) engaño para aparentar que hacen lo que no hacen, colgarse medallitas de a potis para explotar electoralmente hechos inconsecuentes que luego nos desfilan como la GRAN COSA. A nosotros los ciudadanos, en un país como éste en el que reina la opacidad, engañarnos no tiene chiste: lo hacen a diario con cosas grandes y pequeñas. Esto tiene consecuencias, claro está, entre ellas la generación de desconfianza, estropeando nuestro Estado de Derecho, y atorando nuestra economía. Graves como son estas fallas, más delicadas aun serían las derivadas del autoengaño, esto es de la errada creencia de que con anuncios inflados como el descrito realmente se están arreglando las cosas en México y que, efectivamente, medidas de oropel como la mencionada son efectivas y sirven para impulsar nuestra maltrecha economía. Da miedo pensar -sobre todo hacia el final del sexenio- cómo andarán las cosas económica y socialmente hablando, si las más altas autoridades del País comienzan a creerse su propia propaganda y dejan de distinguir entre la realidad y el mito cotidiano que ellos mismos inventan al manipular cifras, estadísticas, información y la acción gubernamental misma. No nos consta que lo estén haciendo, pues aún no se palpan elementos para afirmarlo, simplemente decimos que sería gravísimo que cayeran en esta trampa, como casi todos los gobiernos en este país, rindiendo pleitesía a la tesis de Goebbels (ministro de propaganda de un tal Adolfo, quien fuera alguna vez el Führer de Alemania) que dice que al repetirla, una mentira se convierte en verdad. Y entre más convicción se emplee al pronunciarla, más pronto llega la conversión. Nos viene a la mente el antecesor del actual Presidente, quien vivía en un país de fantasía que nada tenía que ver con el que habitábamos el resto de los mexicanos. En suma, mal está que pretendan engañarnos e insulten la inteligencia de los ciudadanos vendiéndonos muy caros simples espejitos de ilusión: pero mucho peor le resultaría a México que se hagan tontos ellos solos. ¡Ese pecado sí que no tiene perdón! |
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